domingo, 14 de febrero de 2010


Ahora estoy seguro de que no ser un idiota es una de las cosas más importante para la vida de un hombre. Ojalá seas feliz con él y que te lleve de la mano y que sea muy atento contigo. Solo te advierto que su emoción se desvanecerá y por consecuente la sobriedad de la inteligencia acabará con el entusiasmo que pudo haber. En realidad el entusiasmo no es una cosa que se gaste cuando uno es realmente idiota, se gasta cuando uno es inteligente y tiene sentido de los valores y de la historicidad de las cosas. El entusiasmo de un idiota no depende de los criterios intelectuales, su riqueza está en sus placeres más cotidianos de la vida. Para mi eso es ser idiota, poder entusiasmarse todo el tiempo por cualquier cosa que a uno le fascine. Por eso aprecié el pececito sin que tuviera que recordarme a una obra de
Chejov, por eso te enamoraste de este idiota y así es el amor que te ofrezco, un amor idiota con un entusiasmo que no se gasta. Y aquí está tu disposición mientras, yo estaré aquí borracho en mi recuerdo infinito e ingastable de todas esas emociones recopiladas a tu lado. Los 538 diferentes ángulos de la curva que viaja desde tu hombro derecho hasta el lóbulo de tu oreja. O tu espalda desnuda por la mañana en la cama. Sabes? el momento más divertido de mi día era descifrar en que pensabas en los 7 segundos que permaneces en silencio por la mañana. Cuando como palomitas de maíz, las pesco con la lengua como me enseñaste. El recuerdo de ese olor a maracuyá que mana tu aliento cuando te excitas. El kiwi siempre será perseguido por la textura de tus labios cuando me besabas aquel día. Lo linda que te pones cuando sonríes y cuando estás molesta. Una canción de Sabina. Tus ojos cuando les da el sol directo. Es que no tienes ni idea, escribo esto y sé en la posición en la que lo leerás, en tu esquina del sofá con una rodilla arriba y encima tu barbilla. Ey! la levantaste solo para que no sea tan perfecto, ahora te estás sonriendo, seguro que los ojos tan grandes que tienes se hacen miniatura. Y tu sonrisa se ha apoderado de esos cachetes que se acomodan como seda entre oreja y nariz. Solo un idiota como yo podría alojarse en tales pequeños grandes detalles y vivirlos una y otra y otra vez.
- Sabes en que pienso en esos 7 segundos por la mañana?
- En qué?
- En idioteces.

(El Idiota - Cortometraje Escuela de cine y tv Septima Ars)

2 comentarios:

  1. Tenía una rodilla arriba, y sobre ella mi barbilla mientras leia tu entrada, valla casualidad... y no creo en las casualidades, pero a menudo son dificiles de interpretar.

    Bonito texto, a mi también me ha hecho sonreir.

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  2. me gusto leer lo que escribiste!
    pasa por mi blog!
    besotes

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